CÓRDOBA / FESTIVAL DE PIANO GUADALQUIVIR
Incombustible Bacchetti
CELSO GARCÍA | Día 24/09/2014
Bacchetti, ensayos en el auditorio del Conservatorio Profesional de Música «Músico Ziryab» para el V Festival
Internacional de Piano
Con un programa verdaderamente variado, el genovés Andrea Bacchetti nos ofrece un menú de verdadera degustación.
El renombrado pianista hará su apertura de recital con lo que yo considero que es su plato fuerte: una cuidadísima
selección de piezas de Bach, cuyo especial dominio le ha encumbrado en lo mas alto de los intérpretes.
Extrayendo del instrumento una sonoridad de interesante peso, adorna cuidada y levísimamente las cadencias con
precisión quirúrgica. Resulta abrumadora la capacidad de dirigir el fraseo mas delicado y estiloso de la célebre
«Aria en Sol», después de haber invocado a todos los dioses del Contrapunto de una fuga de la «Tocata
BWV 914» que resulta elevadísima, de concisión estremecedora. No contento con la selección inicial añade a
estas piezas la imponente «Suite BWV 1067» en transcripción para piano. Rapsódica e impecable resulta
su «Fantasía» de Mozart que conduce el recital hacia una experiencia de placer y desconcierto, ya que
se salta el programa previsto para abordar la pequeña «Sonata Op. 49 número 2» de Beethoven.
Después de este muy bienvenido añadido, qué mejor que volver al orden establecido en el programa, «consolándonos
con una Consolación» de Liszt que da paso a las sucesivas piezas del programa ininterrumpidamente, añadiendo
las ensoñadoras «Romanzas sin Palabras» de Mendelssohn. A pesar de la delgadez y pequeña talla del
protagonista de la noche, éste encierra una inconmensurable energía que se suministra a la audiencia sin cesar.
Enlaza las piezas sin apenas un respiro. Es sofocante y a la vez divertido asimilar el brusco cambio de lenguaje
de Mendelssohn a Debussy sin parada alguna. Tras dos nocturnos de Chopin ciertamente ligeros y desnatados, Bacchetti
aborda (sin respirar) una original pieza de Rossini cuyo primer acorde parece azotar a la sala, que dirige su
atención hacia el virtuosismo de una interpretación soberbia. Tras los abundantes aplausos, se dirige al público
para informar de los añadidos al programa y continuar con una exuberantísima pieza moderna de tintes brasileños.
Finalmente, remata la faena con nada mas ni nada menos que el «Concierto Italiano» de Bach, que acomete con una
insospechada energía; no parece que llevemos mas de dos horas de recital. Y cuando ya el publico trataba ya de
abandonar la sala tras unos 150 minutos de concierto, el incombustible Bacchetti otorgó dos nuevos bises: un Estudio
del Op. 25 de Chopin (a velocidad meteórica) y un arreglo jazzístico del tema principal de «El Mago de Oz»
(sensualmente armonizado).
Inundado en aplausos, Andrea cierra cómicamente la tapa del piano. Justificadísima la
fama del genio italiano, que a pesar de su carrera aun tiene mucho más que ofrecer.