La noche del pasado viernes, en el Teatro Centro
de Arte se presentó el pianista italiano Andrea Bacchetti con la Orquesta Sinfónica de Guayaquil
(OSG), bajo la dirección del maestro David Harutyunyan. Bacchetti, nacido en 1977 en Génova,
tiene ya una larga trayectoria artística, que incluye discos grabados con los conocidos sellos
Decca y Sony/BMG y presentaciones con prestigiosos ensambles alrededor del mundo.
Bacchetti vino a Guayaquil invitado por el Teatro Sánchez Aguilar.
El programa abrió con la obertura de la ópera Cosi fan Tutte de Mozart, que la OSG bajo la
batuta del maestro Harutyunyan interpretó con el brío, pero también la delicadeza que uno
espera de interpretaciones de Mozart, dándole la emoción de la que lastimosamente carecía
Las variaciones de Giacomo, que reseñé el pasado sábado. Sobresalieron los solos para el oboe,
y se hizo sentir la presencia del fagot, que en presentaciones anteriores apenas se escuchaba
o cuando lo hacía no dejaba una grata impresión.
Le siguió el Concierto para piano (originalmente clavicémbalo) en Sol menor de J.S. Bach, cuya
interpretación se vio un poco afectada por la intensidad del sonido de la orquesta de cuerdas,
que tendía a opacar al piano sobre todo en las octavas medias.
Un intérprete concienzudo como
Bacchetti trata de expresar el limitado potencial dinámico del clavicémbalo ahorrando los
fortísimos, por lo que hubiera sido apropiado una orquesta más pequeña (la orquestación original
es para solo dos violines, una viola y violonchelo) para que el sonido del piano se escuche
siempre claramente.
Pero aún así se pudo reconocer la detallada articulación de Bacchetti, que logró transmitir
la elegancia casi matemática de las frases de Bach.
El acompañamiento de la orquesta fue apropiadamente mesurado, con buen control de la dinámica
en general y del tempo sobre todo en el segundo movimiento.
Después de un gran aplauso, y sin intermedio, pasamos a la última pieza del programa, el Concierto
para piano número 17 en Sol mayor de Mozart. Añadiéndole a su articulación la alegría y
ligereza que se asocian con Mozart, además de una mayor intensidad de sonido, Bacchetti
logró una interpretación que definitivamente estuvo entre las mejores.
Entre los detalles que resaltaron estuvo una cadenza muy virtuosa, pero también auténtica en el
primer movimiento, su utilización del rubato en el romántico segundo movimiento y sus rapidísimos
trinos en el último. La orquesta también cumplió muy bien su parte, en que todos los instrumentos
de viento madera tuvieron un papel muy importante que jugar.
Bacchetti recibió una apasionada ovación de pie del público por algunos minutos, por lo que tocó
un encore, una compleja pieza de Bach. Al terminar hubo otro efusivo aplauso con vivas del público,
que se extendió hasta que Bacchetti decidió tocar otro encore, Moonriver, el tema que Henry Mancini
(1924-1994) compuso para la película Breakfast at Tiffany's, cuyo sentimiento de nostalgia Bacchetti
logró transmitir con la misma precisión y cálida pero sutil sensibilidad que demostró tanto en el
concierto de Bach como en el de Mozart.