Pianista italiano Andrea Bacchetti.
Llama la atención la gestualidad de aquel hombre delgado de baja estatura,
rostro expresivo cuando dialoga, híper concentrado cuando toca, impresionante talento.
Pensé en los gatos cuando lo vi tantas veces acercar con cautela sus manos al teclado antes de pulsar
una nota, un acorde, como si se necesitara una decisión, la seguridad de alcanzar el toque preciso.
Entonces los dedos vacilan, marcan un compás de espera, nace un sonido puro sin reverberación. Bacchetti
sabe que la música barroca utilizó el clavecín, no conoció el pianoforte, luego el uso que Andrea hace
de los pedales resulta extremadamente sobrio.
Las notas fluyen como las cuentas de un rosario, se enlazan naturalmente, no se mezclan, adquieren
individualidad. Pienso en Emmanuel Ax tocando las sonatas de Haydn. El recital de Bacchetti en el Centro
Cívico conllevó un toque intimista como para ser interpretado en un salón con pocos oyentes.
Compositores como Galuppi, Marcello, Paisiello, Soler, permitieron un desarrollo progresivo del concierto.
El artista se soltó en Scarlatti, sobre todo en la sonata en re menor. Curiosamente no escogió para su
programa las piezas de este compositor donde predomina el virtuosismo, prefiriendo exaltar la pulcritud.
Siendo un hombre imprevisible incluyó una obra conocida de Rossini: "Péchés de vieillesse" (pecados
de la vejez). Rossini llamó así a las obras que compuso después de cumplir los 73 años, cuando su fama era
muy grande y había compuesto sus grandes óperas. Nos sorprenden títulos tiernos o irónicos como "Caricia
para mi esposa", "Cuatro entradas y cuatro mendigos", "Varias tonterías para un álbum",
"Estudio asmático", "Mi preludio higiénico de la mañana".
Rossini siendo un sibarita aficionado a grandes vinos, buenos manjares (varios platos llevan su nombre),
tenía un sentido del humor impresionante. Si quieren convencerse de aquello, busquen en Google el gracioso
"Dúo de gatos" donde la única palabra repetida a lo largo de la obra es "¡Miau!" Siendo
una broma hacia las sopranos, resulta ser, sin embargo, muy difícil de interpretar. Fue sin querer la primera
versión de "Cats".
Bacchetti heredó aquella jocosidad, pero al mismo tiempo es capaz de una abrumadora seriedad. Lo escuché
interpretando obras de Luciano Berio, de Webern (no confundirlo con Weber) dándole una insólita profundidad.
Desde los barrocos hasta la extrema vanguardia, Andrea manifiesta el mismo apego a los silencios, compás
exacto, toque preciso, fuerte o delicado. Parte de su humor volcó al final de su recital cuando tocó un bis
largo (una compleja tocata de Bach) luego un arreglo de Moon River que matizó sin reparo con vertiginosos
arpegios de Villalobos. Recital de lujo para un público receptivo.
Al dialogar con él, pude encontrar la extraordinaria coherencia entre el artista y el ser humano, pero al
mismo tiempo a un niño grande superdotado. Toca Chopin sin exceso (sabemos que Chopin nunca tocaba fuerte)
es notable su interpretación grabada del Concierto Nº 13 para piano y orquesta de Mozart o el Nº 1 de
Mendelssohn. Fue un recital de lujo para un público no numeroso pero muy receptivo.